Para la Argentina, una alegría, una oportunidad. Desde el 2007 que existe como tal. Se creó para promover el crecimiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación a través de –dicen– el aumento de los salarios de investigadores y la provisión de infraestructura; las acciones tendientes a vincular los sistemas académico y productivo para generar consorcios público – privados; la solución de la brecha de las grandes ciudades y el interior del país a través de líneas de financiamiento del Consejo Federal de Ciencia y Tecnología (COFECYT) cuyas prioridades fueron fijadas por las autoridades provinciales y que están estrechamente relacionados con necesidades regionales.
El ministerio, ubicado desde el 2011/2012 en un Polo Científico Tecnológico por primera vez, tuvo y tiene un centenar de proyectos y desarrollos que abarcan muchísimos proyectos: desde innovación en ciencia, tecnología, biotecnología, sustentabilidad, medio ambiente y todo lo que este listado de Telam resalta en cada una de sus notas, escritas durante este gobierno.
Si bien las discusiones e informaciones de dudosa certeza fueron moneda corrientes estos últimos años, esta nota de Chequeado repasa la inversión en el sector, indicando que el Ministerio también incorpora a otros organismos que nuclean a gran parte de los investigadores del país, como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el de Tecnología Industrial (INTI) o a las universidades”.
La presentación del Ministerio, en su propia página web, indica que por primera vez en la historia, Argentina cuenta con un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Creado en diciembre de 2007, es el primero en Latinoamérica que contempló a la innovación productiva asociada a la ciencia y la tecnología. Su misión es orientar la ciencia, la tecnología y la innovación al fortalecimiento de un nuevo modelo productivo que genere mayor inclusión social y mejore la competitividad de la economía Argentina, bajo el paradigma del conocimiento como eje del desarrollo.
¿Quién hubiera pensado hace cuatro años que esto era posible? Me siento admirado en varios niveles” dijo, en el momento de su inauguración Peter Gruss, el presidente de la Sociedad Max Planck, con sede en el edificio.
¿Qué significa, el Ministerio de Ciencia y Tecnología e Innovación, para la sociedad?
Mica Malcolm: “Significa una apuesta a largo plazo. La confianza en el desarrollo, la ponderación y el incentivo de la investigación, desde un marco de desarrollo local, a partir de necesidades y espectativas nacionales. Leernos, pensarnos críticamente, estimularnos y ser más autónomxs y soberanxs”.
Juan Castiglioni: “Una nación se destruye desde adentro no con bombas ni guerras civiles, si no dejando sin educación e investigación y desarrollo al pueblo, eso tardarà en ser una sociedad subdesarrollada tanto a infractura como a desarrollo personal de cada habitante. Sin ciencia y eduación somos ahora si pobres en efecto”.
Ricardo Leithner: “Es quemar las naves hacia el futuro. Quemar esas naves que te pueden llevar más lejos de lo que jamás pudiste imaginar”.
El Polo, por dentro y por fuera
La historia de las reparticiones del área en Argentina tienen sus idas y vueltas. Fue un área específica desde el Ministerio de Asuntos Técnicos durante la presidencia de Juan Domingo Perón en 1949 hasta transformarse en Secretaría de Estado de Asuntos Técnicos en 1954. En 1955, por la Revolución Libertadora, fue disuelto. Tuvo varios rangos y caminos, como explica este recorrido histórico por el área.
Hasta el 2007, entonces, permaneció con jerarquía de secretaría ministerial dentro del Ministerio de Educación, que a su vez, dependía del CONICET.
Entre 1999 y 2001 funcionó una Secretaría de Estado, con rango de ministerio, llamada Secretaría para la Ciencia, la Tecnología y la Innovación Productiva. A fines de 2007, la presidenta electa Cristina Fernández de Kirchner anunció la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.
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