No suelo prestar atención a lo que voy a ver antes de verlo, me baso en quien me invita, confío y me sorprendo. Sabía que era de OVNIs y a eso me disponía. Me encontré con Testigo de otro mundo, un documental que habla de lo más profundo de los seres humanos -y extraterrestres-: nuestros ancestros.

En primer lugar la quiero recomendar. Creo que con eso basta: ir y dejarse llevar. En segundo lugar, pedirles que lo hagan en la primera semana que será la del 10 de mayo porque, saben, que las películas sólo se sostienen por salas llenas y es una lástima que esta maravilla no pueda permanecer en las carteleras.

En tercer lugar, que vayan abiertos de mente y corazón. El documental dirigido y co-protoganizado por el director Alan Stivelman trata sobre una historia argentina de los años 80 que muy bien retrata Alejandro Agostinelli en este artículo. 

En ese entonces Juan Pérez tenía 12 años. En el medio de su campo en Venado Tuerto, adonde vivía con su familia, vio un OVNI una mañana de 1978 cuando salió con su caballo para acercar a la tropilla. Lo vio, interactuó con lo que había dentro de la nave y tuvo una experiencia que le cambió su vida. Para mal.

No hay muchos registros del hecho pero en el excelente trabajo del documental se puede ver cómo fue la repercusión de ese momento, 40 años atrás. Su única aparición en un congreso donde, al preguntarle en público su experiencia, el llanto lo vuelve a dejar mudo.

Y lo que no se puede mostrar, se recrea, haciendo gran uso de los recursos de diseño 3D para marcar la diferencia entre recuerdo, misterio y los hechos documentados.

El documental, de hecho, cambia la realidad. Por eso no es una película de extraterrestres sino de encuentros cercanos este mundo, el que muchas veces no vemos.

La búsqueda de Stivelman lo involucra en el punto de generar hallazgos que le cambiarán la vida a Juan, el protagonista, un gaucho que se aisló del mundo a partir de ese momento para sobrellevar la situación que no lo paralizaba al punto de no poder contarla. Pero había una explicación: los ancestros, un hallazgo, una cura, un halo de creencia en el más allá que no tiene que ver con otro planeta sino con el nuestro.

El guión se va armando en el rodaje. La fotografía, los planos, los tiempos y el transcurrir del relato es inquietante y excelente. Emociona Juan. Testigo de otro mundo nos lleva a querer abrazarlo a medida que transcurre el documental. Nos deja conocerlo, a pesar de ser ermitaño. Nos permite saber más de sus ancestros a la par de él. Nos incita a cuidar a Juan y a todos los que como él no encuentran su lugar aquí. ¿Por qué a él?

Los logros del documental se muestran a la par de irse sucediendo. Jacques Vallée, reconocido ufólogo francés, se hace eco nuevamente de la historia décadas después. No sólo eco, sino que acepta su invitación a venir, a visitar a Juan nuevamente y a ser parte de esta nueva historia.

También el psiquiatra Néstor Berlanda, presidente de la Fundación Mesa Verde, quien había acompañado en esta experiencia a Juan y a otros casos similares sucedidos en el mismo momento y en el mismo lugar. Pero el logro mayor es la recepción y acogida del pueblo guaraní Paí Tavyterá en Paraguay y su líder espiritual que fue quien revirtió completamente el sabor del documental si no hubiera existido, antes y después de Juan.

¿Vio realmente al OVNI? es una pregunta que no tiene respuesta. Pero la película la aporta y nos deja otra enseñanza superior: saber mirar de donde venimos más que hacia adonde vamos.

Desde el 10 de Mayo en salas de todo el país. Aquí la Página de Facebook para estar atento.

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