El otro día asistí al estreno de la opera prima de Julieta Lande, Hemshej, un documental que narra una búsqueda personal para comprender sus orígenes, partiendo de la historia de sus abuelos, sobrevivientes de la Shoá (holocausto).
A diferencia del mundo que consumimos hoy (digerido y con videos que no superen los 90 segundos para no perder el engagement) el documental de Julieta es lento e inquietante. ¿Qué nos contará? ¿Una historia personal?
Es valiente, la manera de narrar y lo que dice. No son momentos para hablar de esto pero siempre lo es. Creo que nos resonará a todos los judíos y, con suerte, a los no judíos, porque tiene que ver con el relato y la educación que ella (y tantos) recibió en torno al Estado de Israel y la construcción de la otredad palestina.
El tema del Idish, el idioma que históricamente hablaban los judíos, es fascinante. Mi viejo lo hablaba en su casa, sus padres lo hacían. Y tiene que ver con como se fue contando el 24 de marzo: los silencios y las ausencias en la transmisión de la historia. El famoso “de eso no se habla”. A veces no se puede y otras, no se debe.
El árbol de la vida: Todos los que fuimos a Israel como parte de un programa plantamos un árbol como parte del Fondo Nacional Judío. Julieta también. Su abuelo también. Quiso ver el bosque que habían plantado en memoria del pueblo Stock. No lo encontró. Allí se empieza a dar cuenta de no solo que no está, sino que para recordar a un pueblo se borra otro. Dice esta nota del New York Times: “El Fondo Nacional Judío hace muchas cosas buenas, pero este es su lado oscuro”, aseguró. “Casi en cualquier parte a la que vayamos en este país donde haya un bosque del F.N.J., veremos, en el fondo, las ruinas de un poblado árabe.”
La vergüenza del Idish: ¿Vergüenza? El idish es una lengua étnica hablada por los judíos regida por el arquetipo de lengua oral. Por otro lado, estaba el hebreo rabínico como lengua escritural hasta la construcción del estado de Israel. El idish era catalogado como la lengua de la madre -vista como débil- y restringida al ámbito familiar. En Argentina, el idish era una lengua minoritaria y vivió el mismo proceso que la lengua a nivel mundial: se potenció el desprestigio del ídish como una lengua feminizada e impura, exclusivamente para los adultos. Y luego, como una lengua muerta (esta investigación es espectacular).
Un poco de todo esto y mucho de la identidad construida en las escuelas judías argentinas y su relato es lo que intenta desentrañar Julieta en esta bellísima obra que creó. Si les interesa el tema se la super recomiendo.
Hemshej significa continuidad. En el filme, explica el padre de Julieta, es una palabra que significa más, la traducción correcta es “Conocer y continuar”.
Se estrena el 4 de abril en el Gaumont a las 19.15. Por el vaciamiento del INCAA, no hay información en la página del cine, si en el Instagram del documental.