Hace tiempo que mi amigo Maxi Firtman se dedica a desenmascarar chantas. Es decir, mentirosos de las redes. Su pelea contra las estafas piramidales -una de las secciones de su intensa cuenta de X- empezó con el esquema Ponzi de la Generación Zoe. Maxi no está solo, hay otros colegas como Julio López con su “Cazador de estafas” que lo acompañan en la ardua tarea de alertar a la población.

Yo lo hago hace tiempo con temáticas similares. Mi colega y amigo Sebastián Davidovsky también, ambos desde notas periodísticas. Lo traigo a colación porque escribió esta nota en La Nación que resume todo el entuerto difícil de explicar: “Con los cursos hay una promesa de enseñar a ganar mucho dinero en poco tiempo, pero sin garantías: si los que pagaron por ese curso no logran alcanzar la riqueza (como sí lo hicieron, supuestamente, los maestros), siempre les podrán decir que el problema está en quien hizo el curso, no en la persona que lo impartió”.

Son chantas, una hermosa palabra que proviene del lunfardo y que indica persona tramposa y con poca credibilidad. Es un apócope del término genovés chantapufi.

Lo peligroso es que, cuál fake news, mucha gente les cree y cae en el engaño.

Días atrás Paulina Cocina reflexionaba sobre este tipo de cursos -que venden cursos que enseñan a vender cursos para ganar dinero vendiendo cursos- que claramente dan recetas fallidas. Sucede lo mismo con quienes dan tips para ganar seguidores en redes sociales y no tienen seguidores. Es el problema de las redes: encantadoras de serpientes que pican.

O esto que cuenta Mar de Florez sobre creadores de contenido qué dicen que tiene la fórmula mágica para hacerse millonario vendiendo eBooks. Enfoca en un caso sobre venta de recetas y detecta que los videos son de stock, la voz en off es creada con IA y el enlace del perfil lleva a páginas con el mismo embudo de venta. El mismo de los vendedores de cursos.

Salvando las distancias, la primera nota de tapa que escribí en mi vida fue “Hacete millonario en internet” para el primer número de Internet USERS (año 2000, Argentina). Me habían pedido que recorra sitios y estrategias para contar cómo ganar dinhacete millonario en internetero en internet. Era la burbuja del .com, una que estalló y dejó a mucha gente en la calle.

La diferencia de esa nota con lo que sucede ahora es que había herramientas reales para crecer: todo estaba empezando, no había nisiquiera redes sociales y el techo para crecer era alto.

Hoy, estamos rodeados de virales que entorpecen el sentido común y engañan a los usuarios. El tiempo pasa pero las mentiras quedan.

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