Hace años que le abrimos la puerta de nuestra información a diversas aplicaciones y sitios de internet. La “polémica” de moda en estos días es FaceApp, y pasará sin pena ni gloria, como ha sucedido con Facebook y otras tantas empresas que trabajan con nuestros datos. Pero esta discusión es un poco fascinante. Por un lado, la tecnología que aprovecha la inteligencia artificial funciona cada vez mejor. Por el otro, los peligros y la profanación de la privacidad, cada vez peor.

“Cuanto más ubicuo se vuelve el reconocimiento facial, más quedamos expuestos a ser parte del proceso” dice Liz O’Sullivan, responsable de haber supervisado una de las tantas bases de datos de empresas que utilizan inteligencia artificial para analizar rostros. En este caso, de la empresa Clarifai.

Y así es, el reconocimiento facial está en todos lados: en las calles, en los aeropuertos y en la palma de nuestras manos a través del teléfono celular y las aplicaciones que usamos, a las cuáles les damos aceptar sin leer los términos y condiciones. O bien, aceptando que nuestra privacidad está un poco perdida.

El reconocimiento facial se realiza a través de redes neuronales, complejos algoritmos que aprenden tareas a través del análisis de grandes cantidades de datos. El problema es que muchas veces no se sabe cómo llegan las máquinas a sus conclusiones. Y muchas otras, lo hacen con directivas de personas de carne y hueso, llenas de sesgos de discriminación.

Lo que hacemos con FaceApp -o lo que hace FaceApp con nosotros-, es lo mismo que el resto de las aplicaciones usadas: Facebook, WhatsApp, Messenger, Instagram, Snapchat, etc. La diferencia es que la empresa que está atrás de esta app es Rusa, no tan conocida, y con sede en San Petesburgo. La empresa se llama Wireless Lab y nació en el 2014. Tuvo su pico de mala fama en 2017 cuando se conoció un filtro que permitía cambiar el tono de piel de los usuarios, con un filtro llamado “hot” que aclaraba el tono de la piel de los usuarios, el cuál se desactivó a los pocos días a partir de las quejas virales en las redes sociales.

Los términos y condiciones de FaceApp son extensos, como los del resto de las aplicaciones, y no tienen actualizaciones desde Enero de 2017. Hay mucha tela para cortar allí y, reitero, no varía demasiado al respecto del resto de las aplicaciones. Pero debemos saber que les damos una licencia perpetua, irrevocable, no exclusiva, sin royalties, totalmente pagada y con licencia transferible. ¿LO QUE? Ellos pueden comercializar con nuestros datos y fotos, venderlas a nuevas empresas en caso de que Wireless Lab sea vendida. Además, incumple la GDPR europea ya que recaba datos de usuario privados sin que el usuario tenga acceso a ellos ni a la descarga de una copia con todo lo almacenado. Pero ojo, la empresa se rige con las leyes de california, no guarda los datos ni en Rusia ni en Europa. En síntesis, las fotos y las modificaciones nos pertenecen, pero les otorgamos la licencia de uso, comercialización y modificación a FaceApp.

El modelo de negocio de la aplicación está a la vista. Ayer, chusmeándola, quise agregarme nuevos peinados y eran pagos. Lo mismo con accesorios. Igual que el 99% de los juegos que se descargan en Android o IOS con un sistema Freemium: el servicio es gratuito pero tienen opciones de pago.

Para que funcione la ecuación comercial, requiere una gran masa de usuarios. ¿De dónde saca el conocimiento? En una entrevista a TechCrunch, el propio Goncharov indicó que el desarrollo fue de un equipo de cuatro ingenieros utilizando algunas bibliotecas de código abierto de AI, como el Tensorflow de Google.

Contactado por LADOB, el director de la empresa Yaroslav Goncharov, por supuesto que no hizo declaraciones ;). 

El resto de la política de privacidad y sus términos y condiciones, lo pueden leer aquí y aquí. La versión paga sale 43 euros.

Yendo a los resultados concretos, el diferencial de FaceApp es el fotorrealismo y muchas veces impresiona, valga la redundancia, el realismo de la foto. Con respecto al retoque no es diferente a lo que hacen cientos de aplicaciones que aplican filtros a las fotos o las convierten en obras de arte tipo Prisma, también rusa. Otra aplicación de alteración de fotos de fabricación rusa, Prisma, que también tiene millones de usuarios activos.

La aplicación tiene más de dos millones de descargas en junio tan solo en GooglePlay, según SensorTower. El pico de crecimiento fue en los últimos días.

FaceApp

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